El alma de cada una nuestras piezas está en su proceso creativo.
Puede parecer pedante pero, si no lo sientes no aparece. Es difícil de explicar es algo mágico, ves una rama un tronco, una tabla y no estás viendo ni una rama, ni un tronco, ni una tabla, estás viendo su espíritu, su alma, a lo que está predispuesto a ser.

A veces quizás no sea tan evidente, falta de sensibilidad, cansancio, mente espesa. Pero está ahí, te lo está diciendo, mostrando, emitiendo un aroma…. Es cierto, no es metafórico. No sé si esto pasa con las rocas o con los metales, pero con la madera es así.

Entonces cuando cuando lo has visto, escuchado u olido, te pones en marcha.

Cortas, esculpes, lijas, proteges, pero siempre tienes la sensación de que no has acabado. La pieza recién nacida quiere más mimos, como un bebé. Igual que un recién llegado al mundo no quiere separarse de ti, te requiere.